El ciclo revolucionario (1810-1820) P:
I
Para explicar la ruptura del vínculo
colonial o, lo que es lo mismo, el comienzo del ciclo revolucionario a partir
de mayo de 1810, es necesario partir de la crisis de la monarquía española y de
la invasión napoleónica a la península, en 1808, que la precipita.
Hoy en día se han desechado, no sólo
para el caso argentino sino para el conjunto de los países hispanoamericanos,
las explicaciones -originadas en las versiones patrióticas del siglo XIX que
acompañaron el origen de los Estados Nacionales- que daban por supuesta la
existencia de identidades nacionales previas para explicar el origen de las
independencias. Más bien se acuerda en que esas identidades fueron el producto
de las luchas y las guerras desatadas a partir de la emancipación y no su
condición. Esta perspectiva ha permitido, entre otras cosas, superar el
encuadre nacionalista/separatista del ciclo revolucionario hispanoamericano
para establecer su dimensión común. No sólo americana, sino del conjunto de la
monarquía hispánica -incluyendo la península-. Su desintegración fue, entonces
la razón y condición para establecer un nuevo orden. Esto no significa
desconocer las pretensiones de autonomía que existían en las colonias, ni los
intereses y tensiones que provocaba la relación con la metrópoli.
Ahora bien, si de mirar las
condiciones internas se trata, sobre ese telón de fondo común, el proceso
rioplatense presenta algunas diferencias y particularidades. La primera de estas diferencias se refiere al impacto de
las Reformas Borbónicas y su saldo controvertido. Sintéticamente, a diferencia
de las zonas centrales, Lima y México, que reaccionaron negativamente frente a
las reformas, esta región marginal del mundo colonial se benefició
especialmente con la creación del Virreinato del Río de la Plata y con las
leyes de comercio libre. Ambas cuestiones fueron determinantes para el progreso
de Buenos Aires que se convirtió en capital administrativa y puerto “legal”
sobre el Atlántico. Los beneficios y las mayores aspiraciones de la elite
porteña son elementos a tener en cuenta para explicar los acontecimientos de
mayo de 1810. Así, como las resistencias de otras áreas del mismo virreinato.
La otra cuestión que le da un tono
particular a la Revolución de Mayo es consecuencia de las Invasiones Inglesas de
1806-1807 y del proceso de movilización política y militarización que allí se
inicia y no se suprime luego de esa fecha. La participación política de la
plebe de Buenos Aires, a partir de su intervención voluntaria en las milicias
durante las invasiones inglesas, es el punto de partida de un vínculo estrecho
entre la plebe y la elite porteña -que son los oficiales en más de un caso
electos por la tropa- y que se mantendrá activo durante toda la década.
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