Introducción
El año 1808 marca el punto de partida de la crisis de la monarquía
española. La invasión napoleónica a la península y el cautiverio del rey
desencadenaron una reacción mayoritariamente adversa hacia la monarquía
francesa que se expresó en la creación de juntas locales de gobierno, situación
que se extendió a las colonias americanas. La crisis institucional con
epicentro en la península fue el inicio de la revolución liberal en España y
del proceso de ruptura del vínculo colonial, que desde entonces se volvió
irreversible. El proceso revolucionario en el Río de la Plata cobró
características regionales muy diversas según el grado de apoyo que obtuvieran
los revolucionarios porteños entre las elites locales. De todos modos, hubo
puntos en común vinculados a la participación masiva de las clases subalternas
en los ejércitos revolucionarios y al impacto económico que implicó una guerra
que duró mucho más de lo previsto y que fue continuada por conflictos militares
entre defensores de proyectos políticos muy diferentes. Desde el inicio, en
España y en América, se planteó el problema de la legitimidad del poder. ¿A
quiénes tocaba asumir el gobierno en ausencia del rey? Este dilema no logró ser
resuelto en los años posrevolucionarios, no obstante la declaración de
independencia en 1816. Así, la disolución del orden colonial no cristalizó
inmediatamente en la construcción de un orden nuevo.
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